miércoles, 21 de marzo de 2012

ÑOSCOS AL PROPIO TEJADO


El lunes pasado se celebró el bicentenario de “La Pepa”, Constitución promulgada en Cádiz en 1812 y no pude dejar de preguntarme dónde se han metido esos españoles aguerridos y valientes cuya audacia y ansias de libertad los llevó a expulsar del territorio español, armados con trabucos viejos y azadas sin punta, a los temibles gabachos y sus bayonetas. ¿Dónde? Porque no nos reconozco, no me reconozco en el ciudadano resignado de hoy que ve subir la gasolina montada en un cohete, triplicarse el recibo de electricidad, menguar su salario hasta dar risa y se limita a suspirar entristecido y a “arreglar el mundo” en el bar. Cuando el mostrador y las birras desaparecen lo que queda es lo que hay, lo que nos meten con cuña cada día, con lo que nos almorzamos para luego indigestarnos. Lo que se repite semana tras semana.

Y ¿la gente no se indigna?

Los que con desfachatez se llaman gobernantes, nos roban a manos llenas. Y si hasta ahora se molestaban en disimular, la impunidad a que se han acostumbrado los empuja a vanagloriarse, los muy cernícalos. Tras el pifostio del límite de velocidad a 110 km y cuando pensábamos que ya no podían reírse más del personal, van y nos colocan en plena autovía, tramo Marbella-Benalmádena, un límite de 80 km/hora que además de ser magnífico para pegarse una leche tras otra pues no consigues ni domeñar la ansiedad ni quitar el ojo del indicador de velocidad, hace que las multas lluevan como por encargo.

¡Ay, qué felicidad para la administración española y sus chupópteros! ¡Multitas de cien eurazos, a treinta mil diarias!

Y… Cuidadín con escaquearte y no pagarla.

Mientras tú paseas (porque a 80 por una autovía, no se circula, se paseaaaaa) y te metes la prisa y la cita que tienes a 63 kilómetros donde te quepa, los extranjeros te pasan rozando a 170 por hora, haciendo eses, poniéndote en peligro, cachondeándose, vaya. ¿Y por qué? Os preguntareis. Porque ellos rara vez pagan las multas. Su domicilio fuera de nuestras fronteras actúa como patente de corso y salvaguarda de cualquier embargo administrativo (léase meter la mano en tu cuenta bancaria, sin permiso y con total desvergüenza). Ellos juegan a fórmula 1, nosotros llegamos tarde a todas partes y encima pagamos.

Total, que vengan ñoscos a nuestro tejado. Aquí no se busca la justicia, ni el control de unos puntos negros que precisamente en esta zona, al parecer no existen: se busca recaudar, exprimirnos como limones, porque ya nos han puesto boca abajo y lo poco que cayó rodando no les satisface. Que los puticlubs están muy caros.

Ñosco: dícese de la piedra grandota. Pedruscón.

No se dieran con ellos en la cabeza…

 
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