domingo, 7 de octubre de 2012

CHICK-LIT, PSICO-COMEDIA Y OTRAS HIERBAS DE COLORES







A veces creo que la vida es bruja y que las cosas dan vueltas y se esconden para divertirme pero en el fondo están deseando que las descubra y suelte un aguerrido “¡¡¡Te pillé!!!”  ¿No os ha pasado nunca que inventáis algo, o tenéis una ocurrencia y luego, pasado el tiempo, cuando ya casi lo has olvidado te topas con un montón de información fidedigna relacionada con tu invento? Datos científicos que demuestran que aquello que emanó de tu absurda mente era realidad. O muy cercano a ella.

Cuando hice un alto en mi saga de fantasía para respirar (quizá abrumada con tanta magia y tanto encanto), desintoxiqué mi cajón de sastre con un montón de buenas ideas. ¿Qué tal si convertimos las novelas en una charla con las amigas? Algo así como esos ratitos de psico-terapia de grupo, como suelo llamar a las tardes de café con mis queridísimas, llenos de vivencias alocadas, consejos y bromas y mucho, mucho optimismo. No se puede negar que cuando nos despedimos, vamos rezumando positivismo cual botijos. ¿Por qué no investigar, encontrar e invertir en un estilo literario que provoque el mismo efecto?

No voy a daros la vara repitiendo de qué va la colección “Mujeres de hoy” ni mis psico-comedias. Y no voy a hacerlo porque detesto repetirme y ya hay una entrada en este mismo blog. “Lo que escribo”, donde doy cumplida cuenta de cómo se gestó la idea de la psico-comedia y en qué consiste. Dejo el enlace para desmemoriados o nuev@s adquisiciones:


Lo que nunca hemos tratado es la ¿ambivalencia? del término. ¿Chick-lit? ¿O psico-comedia? Seguro que no os suenan ninguna de las dos. Yo conocí el verdadero significado del primero, cuando buscaba documentación para una conferencia:




Chick-lit es un término que nace en América para definir un nuevo género literario tremendamente ambicioso: conversar, analizar asuntos trascendentes de un modo amable y divertido, eliminando esa nota de dramatismo que daña y bloquea. (Silbido de admiración). Complicado, ¿eh?
Me sorprendió la coincidencia entre tal definición y lo que yo pretendía con mi recién inventada psico-comedia, entendida como:
Psico-comedia: género o subgénero literario (la posición en la escala no me quita el sueño, lo juro) mezcla de psicología (predominantemente femenina) y humor, que analiza y trata asuntos cotidianos, conflictos y similares, de un modo positivo, constructivo y optimista, tratando de subir los ánimos y aportar visiones y soluciones no dramáticas.

La verdad es que el término “Psico-comedia” surge casi por casualidad, de la unión, como os digo, de psicología + clave de humor; una especie de autoayuda novelada en clave e comedia con el que reír y reflexionar a un tiempo. ¿Os suenan? Son mis lemas de estos años, el mantra que repito cada vez que ataco un proyecto subsumible en esta categoría.
Pero España no está habituada a aceptar conceptos nuevos y la “Psico-comedia” no fue bien recibida. Desde los libreros asustados pensando que tendrían que inaugurar una estantería solo para mis novelas, a las editoriales que no sabían dónde encajarme; de las risitas malévolas a escondidas que seguramente me juzgarían prepotente por tener el atrevimiento de parecer con algo nuevo, a la indiferencia más absoluta.
Y yo dejé de insistir en aquello de la psico-comedia, por tristeza, depresión y aburrimiento y porque estaba mucho más ocupada vendiendo mis libritos uno a uno, puerta a puerta cual distribuidora de AVON, que en hacer la guerra semántica vía internet. Lo importante era que lo que escribía, como quiera que lo llamasen, gustaba mucho. Que poco a poco crecían las huestes de fieles y que las cartas y mensajes que recibía, junto con las reseñas críticas, eran tan positivas que jamás, ni por un solo segundo, pensé en abandonar.




Y aquí me tenéis. En la brecha. Como de costumbre.
Pero a mis novelas las etiquetaron como “Chick-lit”. Y por ende, como subgénero de la romántica.

No me ofendo, todo lo contrario: adoro la romántica, las historias de amor son el centro de mi universo, los que me conocen saben que soy una sensiblera empedernida que llora como una becerra con los finales felices. Jamás creo que escriba un libro sin final feliz. Me niego. Antes muerta y despellejada. Si he de elegir un género al que me gustaría pertenecer, sin duda ese será la romántica.
No obstante, y refiriéndome a la mayoría del chick-lit por entonces publicado, divisaba un abismo entre mis atípicas protagonistas y las de algunas autoras muy famosas, cuya máxima preocupación es que se les descascarille el esmalte de una uña.

Entonces voy y descubro el objetivo que en origen, al nacer, perseguía el “Chick-lit” (claro que, bendito el que inventó el nombrecito, que más que un nombre parece un mote burlón y que casa fatal con las elevadas aspiraciones del género. Se cumplió la máxima de: si a un género, por muy difícil y elaborado que lo propongas lo bautizas con un nombre ridículo, tenderá inevitablemente a la degradación y al vulgarismo). Al amparo del “Chick-lit” (por muchos ignorado, por otros rebautizado como “chirli”, “chirler” y similares) han ido surgiendo obras de todo tipo que poco tienen en común más que el humor. Y paralelamente, se le ha ido señalando como un subgénero de escasa calidad literaria, con temáticas superfluas y livianas, absolutamente faltas de preocupación y/o crítica social. No en vano, el término “Chick-lit” se traduce como “literatura (“lit”)para chicas (pollitas o gallinitas, chickies, “chick”). Y lo uno arrastra a lo otro y mientras algunas autoras se quejan de que por estar encasilladas en él los lectores masculinos les huyen (no es, afortunadamente mi caso pero lo comprendo y comparto), otras nos quejamos de que la gente que se tiene por lectores “serios” nos esquiven catalogándonos de literatura piscinera.

Ay, madredelamorhermoso, cuánto, cuantísimo sufro… Si es que a este mundo literario se viene a resistir y a palmarla en cuanto te descuidas. Y encima te vuelves masoquista y te gusta y te quedas… Tengo que mirarme lo mío, esto no va bien…  ¿Empezamos a cultivar el nuevo término? Psico-comedia. ¿Suena mejor?


martes, 25 de septiembre de 2012

PARÍS... ETIQUETADO.




París divino Tesoro…

Ya sé que el dicho no es así pero para algo somos escritores, innovemos, regalemosle un giro de tuerca al refranero popular. Imbuida vengo, de dicha, orgullo y satisfacción, tras conocer París. Es un crimen no visitarla al menos una vez en tu vida, es de esas experiencias que se quedan grabadas por hermosas y especiales. Lo curioso, la de tópicos que me he cargado en solo cinco días y la magnífica impresión que de ello extraigo.  A saber:

París no es caro o al menos, el coste de los servicios en el circuito de establecimientos categoría turista en el que yo me he movido, acostumbrada a la costa del sol y sus precios, no me ha resultado desproporcionado. Vaya, en ocasiones, hasta baratos.

Los parisinos no son siesos; he conocido mucha gente amable, van sonriendo por la calle, departiendo amigables en los cafés, desviviéndose por explicarnos una dirección... (ya ves, a mí, que me pierdo en una rotonda y debo preguntar cincuenta mil veces). Cuando les preguntábamos, respondían con educación y simpatía y eso que yo iba acobardada y predispuesta al bofetón sin mano. Pues no, una muesca menos en el cabecero.

No son nada cotillas, cada uno va a lo suyo sin entrometerse en la vida de los demás, lo que dicho sea de paso, resulta la mar de sencillo cuando las mesas de los cafetines se apretujan una contra otra a menos de diez centímetros de distancia y si quisieras, te pondrías al tanto de lo que habla el vecino sin ningún esfuerzo. Quien no tiene compañía, lleva consigo un libro. Y ello me lleva a enlazar con…

Los parisinos leen; bueno, eso ya me constaba pero como suele pasar, gusta más verlo en vivo y en directo, que casi cada viandante sostuviera una novela entre los brazos, que casi cada alma que degustaba el café en solitario se entregase a los placeres de la lectura, que cada bolso semiabierto dejase a la vista las cubiertas coloreadas de una ROMAN, como ellos las llaman. Una novela. Qué curioso que coincidan  mi pasión y mi apellido…

Los atardeceres en cualquiera de los muchos puentes que cruzan el Sena, sosiegan y traen recuerdos de tiempos siempre mejores. Hay paz, luz, aromas y por todas partes, la grandeza de las construcciones confirma que cuando el hombre crea entregando el alma, el resultado roza el cielo con las cúpulas. Las historias desgranadas por los campechanos guías venidos de las américas, aúnan misterio, intrigas palaciegas, batallas y grandes hombres escondidos tras reyezuelos endebles. La estatua de Juana de Arco, la injustamente tratada, brilla bañada en oro y enarbola la bandera de la libertad que con su vida defendió, la incommensurable riqueza de sus edificios...
En fin, no quiero ponerme poética que me salgo de mi natural urbano y lo que quiero transmitiros es que he disfrutado en París. Que lo he visitado en septiembre y que por tanto, no hace falta esperar a que explote la primavera.





Pero además del momento “exaltación de la admiración”, lo que me llevó a esta entrada en el blog fue la facilidad con la que etiquetamos cosas. Y lo peor, la rapidez con la que detrás de las “cosas” vienen las “personas”. Llegué a París con  un montón de ideas prefabricadas en la cabeza y ninguna buena: que si era caro, carísimo de la muerte, que si eran antipáticos, que si pitos, que si flautas… Y cuál no ha sido mi sorpresa (y mi cura de humildad) al descubrir que nada de eso era cierto.

Para prejuzgar, hacerlo bien y acertar, hace falta ser muy intuitivo; y sensible; y observador; y si me apuras, inteligente. Cosas, todas juntas, que a la mayoría, seamos sinceros, no nos adornan. Y aun así, sería injusto para ese ser humano que apenas conocemos o hemos visualizado más allá de unas fotos en internet. La que es rubia es medio boba, la que es morena y pinta de seria tiene un humor de perros, el informático es un “friki dejado”, las profesoras son unas histéricas, los culturistas carecen de cerebro y así un largo rosario de etcéteras que damos por veraces cuando poco o nada tienen que ver con la realidad. Cada persona es única e inimitable, con una onda expansiva de energía corporal que dice mucho en su presencia si somos capaces de percibirla y que deberíamos conocer a fondo antes de ”etiquetar”. Solo prejuzgan los arrogantes, los prepotentes, los que se piensan por encima del bien y del mal… Y qué a gustito se sienten encasillando a los demás en estrechos cajetines, generalmente negativos, que los dejan a ellos… ligeramente por encima.

Cuantas veces cometemos injusticias con una persona dándole de lado o negándole nuestra amistad, simplemente, porque en el colmo de la petulancia, nos hemos hecho una idea equivocada sobre él/ella, que no queremos cambiar. ¿Será porque no nos interesa? ¿Preferimos, de algún modo, vivir con la ilusión de que no hay gente bondadosa, guapa, inteligente, generosa…? ¿Tienen las etiquetas algo que ver con la envidia?

Porque si no lo tienen… ¿De dónde sale que casi siempre sean criticonas y destructivas?

Volviendo a París. Lo peor de la experiencia, un par de taxistas ladrones de guante gris que ni siquiera eran del país, de modo que no puedo culpar a la city.

A lo que nunca me acostumbraré, al tamaño minúsculo de las mesas de los bistrós y de las tazas de café. Saben a poco…




Y vosotr@s, ¿cuál ha sido vuestro ultimo viaje? ¿Qué tal esos recuerdos? ¿Y esas etiquetas?

lunes, 6 de agosto de 2012

EL OGRO QUE LLEVAMOS DENTRO...

Curioso cuanto menos. En solo una semana se han apretujado en mi haber vital hasta tres “sustos” dignos de mención, que evidencian la mala leche congénita de algunos. O el resentimiento acumulado. O que están con la regla. O váyase usted a saber qué chirimbainas pero me he topado con ¿seres humanos? que llevaban un ogro dentro. Escondido, loco por salir.

Susto uno: Voy a una mercería a comprar unos ovillos. Sí, yo compro esas cosas. Calle estrecha, aparcamientos copados, acera inservible. Frente a la tienda, un pequeño descampado con su aparcacoches y todo, con un bloquecito de pisos. Aparco frente a un garaje (con su vado, no lo voy a negar) y pienso: si llega alguien pitará y yo que estoy a menos de treinta metros lo escucharé y saldré al segundo. No hay de qué preocuparse. Dejo los cuatro intermitentes puestos y entro en la mercería. Cuando salgo, han atravesado un coche tras el mío impidiéndome salir. Ahora soy yo la que debo tocar el claxon y al cabo de un rato aparece el dueño del vehículo, charlando calmoso por teléfono y lanzándome miradas de pirata. Cuando le da la gana cuelga y me mira con desdén. Me recrimina mi pésimo aparcamiento y le digo que esperaba que pitasen para avisar si estorbaba. Por poco me come. Me grita que ha pitado, tres veces, ni más ni menos, y que ese es su garaje y no tengo derecho a entorpecer. Está claro que somos dos sordos en la familia (mi chico y una servidora) más la dependienta que nos atendía con los ovillos, porque nadie, repito, absolutamente nadie, ha oído el menor pitido. Lo mejor de la tarde sucede cuando una señora a quien desconozco y sin vela en el entierro, saca medio cuerpo tras su persiana, desde la ventana del tercer piso del bloque y me dice de todo menos bonita. Me deja de piedra. La venerable anciana a quien imagino con sus pantuflas de cuadritos haciendo croché al amparo de la estufa, parece el dragón de Elliot , escupiendo improperios e insultos para parar siete trenes. Va a darle un síncope por culpa del berrinche y encima me sentiré culpable. Me muerdo la lengua, me disculpo ante el “señor” propietario y me marcho de allí anotando en mi agenda mental, jamás regresar.




Susto dos: Aparcamiento de esos con barrera. Laaaarga cola de usuarios aflojando billetera y una estupenda señora que coloca su todoterreno frente a la barrera de salida, impidiendo que nadie más pueda huir hasta que ella pague y regrese a su volante. Nosotros, observando cómo corren los minutos y la validez del ticket merma. Cuando regresa a su coche (sin prisas, sin rubor y sin importarle un pijo la caravana que se ha formado por su causa), mi chico la recrimina. Que el coche no se puede dejar ahí en medio bloqueando, que así no se hacen las cosas, que blablablá. La buena mujer en lugar de disculparse, lo manda a la mierda sin muchos reparos y con menos vergüenza que nacionalidad española. Me cargo de paciencia. Bajo el cristal de la ventanilla y con mi mejor tono (contenido, muuuuuy contenido), le ruego que salga de una vez, que los diez minutos de los que disponemos una vez abonado el parking van a fundirse y nos quedaremos todos dentro, gracias a una discusión que no nos llevará a ninguna parte. La respuesta es “ponle un bozal a tu marido, guapa”. Siento que la hoguera de la ira crepita a nivel de mi esternón. Tengo unas irreprimibles ganas de tirarme encima y arrancarle los pelos uno a uno, con ensañamiento y alevosía. De regalarle todo un rosario de puntapiés y rajarle luego las cuatro ruedas del coche. Me sosiego pensando en que si hay que llamar a la grúa, a la ambulancia y acude la policía, el ticket se caducará sin remedio y nos obligarán a pagar veinticuatro horas que no hemos consumido. Mejor me callo. A este paso me saldrá una úlcera.

Susto tres: parking del supermercado. Ocupo una plaza justo al acabar la rampa de entrada, un poco dificililla a la hora de salir. La cosa se complica cuando una usuaria despistada elige la plaza contigua para aparcar y adosa (literalmente) su coche al mío, dejando tan solo unos ocho centímetros entre puerta y puerta, cuando sé que ya me ha visto en mitad de las maniobras: luces encendidas, marcha atrás, motor rugiente, etc. Le digo por señas que se ha pegado demasiado. ¡Dios! ¿Por qué me atrevería a hablar? No oigo los escarnios que me dedica porque me niego a bajar los cristales de la ventanilla pero su rostro enrojecido escupiendo saliva y sus globos oculares sobresaliendo inyectados en sangre, me ofrecen una idea aproximada de lo mucho que me adora. Salgo de allí cagando leches.


Conclusión: De todos es sabido que ponerse a los mandos de un coche saca al segundo el ogro que llevamos dentro, mas últimamente, digamos que noto al ciudadano de a pie más crispado. Violento. Hostil. Desgarrado en su odio hacia el prójimo. Criticón. Destructivo. Retorcido, torticero. ¿Qué por qué? ¿Te parece poco la que está cayendo? Que nos tienen muy “quemaos”, que la frustración, la decepción, la escasez y las carencias tienen que sacar la patita por alguna parte. Pero lo que no debemos es lanzar la granada de la desesperación contra la cabeza del vecino que está tanto o más jodido que tú. Andamos todos en el mismo barco (quizá algunos sean demasiado “ombligueros” como para detectarlo, pensando que los únicos que lo pasan mal son ellos), y el enemigo es otro. Que habrá que unirse, alzar las voces y protestar. Sacar de sus sillones a los gordos adinerados que nos gobiernan y nos timan. Tomar las riendas. Pero matarnos unos a otros, no. No, eso nunca. Por ahí comienzan los errores que acaban en batalla. Estamos a tiempo de reflexionar.

No más ogros porque sí.


viernes, 13 de julio de 2012

CRÓNICA DE UNA PRESENTACIÓN EMBLEMÁTICA (II)

16:00 horas. Damos más vueltas que un mariquita en una feria dado que la calle de destino se llama Tetuán y don Jesús le ha reinventado el nombre. Tardamos en dar con ella lo que las chicas en preguntar a una pareja de fornidos municipales (ya que en esto de admitir que estamos perdidas, somos las mujeres más flexibles que los varones). El sitio en cuestión es una sidrería especializada en costillas al horno y comida asturiana... (¡Ay, omá qué ricooo!) por recomendación de otro amigo virtual facebukero: Félix Jaime que nos promete tomar café con nosotros ya que el almuerzo, incluso a estas tardías horas, le resulta imposible. En mitad de la feliz charla recibo la llamada de Amelia Noguera, una compañera del grupo virtual Generación Kindle con la que contábamos para el acontecimiento y a la que ardemos en deseos de conocer. Por desgracia una tremenda gastroenteritis se ha cebado con varios miembros de su familia y con ella misma. Cosas que pasan, no puede venir, tendremos que conformarnos con los buenos deseos que me transmite. Pero es tanta la gana contenida que nos enrollamos a charlar de aquello que habríamos querido comentar de cuerpo presente y se nos va una hora. Cuando subo de nuevo a la mesa, el camarero está haciéndome vudú escondido tras el fregadero. La comida está riquísima y son tan amables de servirnos pese a que la cocina está ya cerrada. Y de repente... Él.




Félix Jaime. Ya somos un cuarteto. Íntegramente vestido de negro y alto, robusto. Qué dos grandes hombres nos flanquean, pensamos Angela y yo sin hablar, qué seguras nos sentimos. La charla es fluida, amena, no existen espacios vacíos, todo lo contrario, temo que vamos a acabar a tortas por robarnos la palabra unos a otros: nos sentimos tan a gustito y es tanto lo que queremos compartir... Una llamada del presentador del evento me devuelve a la realidad. Hay que salir zumbando para la librería. Se acabaron los cafeses y las sobremesas a la española, la hora de la verdad se acerca. Ay, qué nerviossss... 


19:00 horas. En la mismísima puerta de La casa del libro me topo con Miriam (Miri para los amigos). La tercera personita que se sentará en la mesa junto con Jorge Díaz y conmigo. Nos conocimos el pasado año durante la Feria del Libro de Madrid y enseguida se forjó entre nosotras una corriente de simpatía. Desde entonces hemos hablado por el chat de Facebook y consultado cositas para sus personajes y tramas. Hasta pretende bautizar a una de sus chicas con mi nombre!!!! Me encanta!!! Viene acompañada de Laura, dulce y preciosa. Las 3 nos fotografiamos (porque lo valemos) junto a los ejemplares de "GATO POR LIEBRE" y de "DEL SUELO AL CIELO" (esa Caye, esa Caye, eh! eh!) que están muy cómodos y calentitos entre Danza de dragones y la corbata del Sr. Grey. Un cosquilleo agradable me sube por el esternón y me pregunto si llegará a la campanilla porque tiene toda la pinta.


19:20 horas. Tercera planta de la tienda. ¿O era la segunda? Ay, con estos nervios no me acuerdo. Allí nos espera Jorge, un escritor y guionista que además es persona, al que admiro profundamente. Él no lo sabe pero el hecho de que se siente a mi lado y haya hecho un hueco en su de seguro apretadísima agenda para leerse "GATO POR LIEBRE" y venir a contarnos sus impresiones, me emociona y me hace sentir casi importante. Tiene un sentido del humor pausado como su hablar, enseguida se queda con el público. No podía ser de otra manera. Tiene carisma y eso solo ocurre en casos concretos. Se siente.


19:40 horas. Y da comienzo la sesión!! La sala va llenándose silenciosamente. Hay caras entre el público que me desconcentran. Amigas que hace tiempo que no veía, qué guapas están, cómo sonríen, qué de recuerdos me traen sus ojuelos. Qué bueno que el nacimiento de un libro sea excusa para el reencuentro. Los 3 mosqueteros nos turnamos en nuestras intervenciones, hablamos de todo un poco: del maltrato psicológico y sus diferencias con el maltrato físico, de esa inquietante personalidad que los psiquiatras llaman "PERVERSOS" (que es al fin y al cabo de lo que trata la novela) de la preparación y los estudios previos, de los posibles perfiles de la víctima, del cómo se gestó "GATO POR LIEBRE", de por qué se ha editado antes que la historia de Marina Valdemoriilos, la buena de Marina, que espera turno pacientemente apoyada en el quicio de la puerta sin atreverse a protestar. Cotorreamos y respondemos preguntas durante casi una hora y después llega la firma, la foto con los amigos (antiguos y nuevos) que han tenido a bien acompañarnos esta tarde, el breve intercambio de pareceres con los lectores (mi parte favorita aunque nunca disponemos de tiempo suficiente) y las felicitaciones. Nadie que escriba debería perderse este momento mágico de contacto real con el otro lado del mensaje: los receptores; aquellos sin los que nuestro afán de comunicar resultaría yermo e inválido. Su versión de lo que escribo me alucina, me encanta oírla, es abrir nuevas ventanas en la misma sala y dejar que la inunde un sol de otro universo hasta ahora desconocido.

Por eso, a tod@s mis lector@s, cada vez más numeros@s, gracias, gracias, gracias; 3 veces que es como según la sabiduría árabe, deben darse si de verdad se sienten.



20:50 horas. Nos despedimos con cierta pena de los que no pueden sumarse a la cena y nos alegramos de que otros sí se animen a hacerlo. Olalla y yo somos celíacas, no podemos comer gluten y el grueso del grupo se aviene de buen grado a buscar una coqueta pizzería que mi buena amiga y mejor escritora tiene fichada en Madrid, apta para los humanos con este problemita. Ellos comerán pasta normal, de la clásica. De la regüena, vaya. Olalla y yo nos conformamos con lo que nos ponen que nos sabe a gloria, especialmente tras tantas horas sin comer, cuando el golpe de adrenalina ya ha descendido y te das cuenta que te comerías a Dios por los pies... si se dejase. Y finalmente, llega Manuela. Con su carrito de gemelos ha cruzado media ciudad para venir a saludarnos. No me creo merecedora de tanto honor, decido repartir entre todos los presentes, al fin y al cabo los hay más interesantes que una servidora. Qué dulzura de niña, qué críos tan buenos (no dan un ruido) y qué apañadísima reunión de escritores y blogueros. Cómo nos divertimos, cuánto tendríamos que analizar...




Vuelvo en autobús gracias al lumbreras que asigna los horarios del AVE y ha decidido que el último saldrá de Madrid a las ocho y media de la tarde. Me espera un duro regreso soportando (aunque Jorge no se lo crea, jajajajaja) la charla infatigable y descontrolada de mi compañera de asiento con su másmejoramiga que se sienta en la fila de enfrente. No pego un ojo y cuando llego a mi casa a eso de las 8 in the morning, sé que perderé el viernes envuelta en un sonambulismo a medio cocer. Pero ¿a quién le importa? Estoy feliz, la dicha rezuma por todos mis poros igual que un botijo. Esto es lo que nos carga las pilas, lo que nos motiva, lo que nos mueve a sentarnos a crear delante de un papel o un teclado; ese "espero tu próximo libro con impaciencia" de l@s lector@s me da la vida. Por ellos seguiré adelante. Por ellos y por mí, porque como ya os he dicho alguna que otra vez, si no escribo siento que no puedo respirar. 

¡¡¡Hasta otra!!!

jueves, 12 de julio de 2012

CRONICA DE UNA PRESENTACIÓN EMBLEMÁTICA (I)

Arranqué con esta aventura del publicar, que no del escribir que ya me conocéis, que soy temprana y cansina, y cada vez que pasaba por la puerta de la Librería "LUCES", una de las más emblemáticas de mi Málaga natal, se me antojaba un sueño inalcanzable ver algún día mis libros colgados en sus estanterías. Esos desvelos ocuparon mi mente como un agujero de ozono hasta que fui a Madrid, a la Gran Vía, entré en LA CASA DEL LIBRO y me enamoré de sus estanterías verdes. No me olvidé de LUCES, no, solo que ahora, mi corazón estaba dividido entre dos amores... imposibles. La vida sigue, una se esfuerza y el empeño tarde o temprano se recompensa. Y por no aburriros os diré, que en ambos lugares han plantado sus hojas tiernas mis novelas y que en Madrid, "Un féretro en el tocador de señoras" y "Cuarentañeras" abrieron camino a sus hermanas menores y allá que me vi montada en el AVE un caluroso 5 de julio, armada de ilusión: iba a presentar "GATO POR LIEBRE", mi último hijo, en LA CASA DEL LIBRO de Gran Vía. ¿Es o no es un honor indescriptible para una provinciana como yo? Pues eso. No me llegaba el pompis al asiento. 

 14:00 horas. ATOCHA. Corre a mis brazos María Orgaz, bloguera, escritora y amiga en la distancia desde que su amor incondicional y su fe en mis historias nos unieron en la Feria del Libro del pasado año. Está guapísima, le brillan los ojos. Le regaño por estar demasiado flaca, ella me lo consiente, y nos ponemos rápidamente al día.




14:30 horas. Nos vamos al estanque de las tortugas donde he quedado con otra maravillosa amiga: Angela Ayensa. Una artista multidisciplinar, que aúna su buen hacer como pintora con la más sublime poesía dando lugar a una obra especial cuyos títulos me encandilan. Y mientras Ángela llega, María y yo observamos las tortugas: pequeñas, resbaladizas, insignificantes casi pero tenaces. Se esfuerzan durante minutos (que a ellas deben antojárseles horas completas) por salir del agua. La losa de cemento es alta, el nivel del agua no ayuda. Pero persisten y no se rinden. "Esos somos nosotros, los escritores" le digo a María. "Luchando contra viento y marea. Batallando por aquello en lo que creemos. ¿Y ves? Al final todas alcanzan su meta. El secreto está en no desfallecer".


14:50 horas: Una marabunta de rizos se me echa encima. Ángela huele divinamente y sigue tan enérgica y luminosa como la recuerdo de nuestros tiempos de la radio, donde la conocí. Hago las presentaciones y elegimos dónde tomar una cerveza bien fría, Madrid se cae a pedazos bajo un sol achicharrante. Pero como falta un fleco en nuestro grupo, ellas, que son las nativas (pongo cara de "modo cateta-on"), se deciden por un sitio céntrico y fácilmente localizable: El brillante.


Allí pruebo por primera vez los berberechos que me parecen riquísimos. Hasta hoy me daban como asquillo, pero este 5 de julio es especial, este jueves me atrevo con todo. Alargo el palito, pincho, saboreo y... ¡Oh sorpresa! ¡Qué delicia! Debería acordarme más a menudo de cuando era niña y me daban repelús las gambas. Ahora por un plato de ídems a la plancha ma-to. Si eJJJJJque sirve una lo mismo pa un roto que pa un descosío...




15:15 horas. Recibimos (algo jolgoriosas y achispadas, para qué negarlo) al único mocito de la reunión, Jesús de las Heras, escritor de la Generación Kindle, intrigado admirador de Gaby (la prota de "GATO POR LIEBRE"), simpatizante del simpar Abolafio y enemigo acérrimo de Miguel Ángel. Un señor de los pies a la cabeza con un agudo sentido del humor que enseguida se siente como en casa (o al menos eso es lo que nos parece) entre estas tres locas del volante. Ni le intimidamos ni nada. Como entre escritores anda el juego, nos zambullimos en el mundo de las letras, el estado de la industria, los dolores de la distribución y para cuando María nos anuncia que debe marcharse, caemos en la cuenta de que hemos perdido la noción del tiempo. Pero ¡si hay que almorzar!



Continuará...

jueves, 14 de junio de 2012

LO DEL RESCATE… ¿ME LO EXPLICA?



Posiblemente del rescate ya se haya dicho todo. Puede. O no. También puede. O se ha comentado y no hemos atendido, que todo es posible. Porque recordemos que nuestro estimado gobierno tuvo a bien informarnos del feliz acontecimiento aprovechando el partidazo de la Eurocopa y claro, ya se sabe… tiran más dos tetas que dos carretas y toda España pendiente de los balones, no dejaba hueco para informarse del magno instituto por el cual pasábamos a deber a los grandes de Europa, la nada desdeñable cifra de 100 billones de euros. ¡¡Billones!! ¡¡Con B!! Que he visto muchos cien millones por ahí escritos y son más, muchos más “leuros” de los que nos pensamos.

Conclusión número uno: que nos rescaten no es para tocar la zambomba. Es terrible, deprimente y nos ata de por vida a unos intereses que nadie sabe a cuánto ascienden (upps, se les olvidó mencionarlo) pero que a buen seguro nos dejará los bolsillos desfondados.

Conclusión número dos: los potentados europeos, nos miran con una chispa de repelús, así como a apestados que reciben limosna cuando los euros no son para el pueblo español sino para sus bancos. Toma ya!!

Conclusión número tres: no recuerdo haber apadrinado ningún banco: A ver… tengo apadrinados tres niños en Bosnia, un colegio en Brasil y unos cinco mil perros abandonados. Pero bancos… bancos… Oiga, ahora mismo no caigo en si alguna vez me preguntaron. Productos que no uso, empresas que no conozco, de las que no soy propietario, ni accionista, ni empleado. Dicho lo cual, aunque me hubiesen consultado de rodillas antes de meter mano en mis pensiones y robármelas con guante de cabritilla, mi respuesta habría sido la misma: un tajante ¡¡¡NO!!!

Gregorio tenía un bar heredado de su padre y este a su vez de su abuelo que lo compró a medias con su socio Marcial, el que le salvó la vida en la guerra. Un negocio familiar de toda la vida que representaba mucho más que una simple barra y unas cervezas. Cuando la crisis arrancó, tuvieron que prescindir de un camarero. Apretó y prescindieron del otro. La mujer de Gregorio, con su espalda de alcayata, tuvo que meterse en la cocina a sudar la gota gorda pelando papas. Gregorio, a sus muchos años y dolencias, conoció más horas extras que el reloj de la torre, sirviendo “cafeses” y viendo al tiempo cómo menguaban sus exangües beneficios. Después de muchos sacrificios y de dejarse la piel a tiras en un negocio que ni p´alante ni p´atrás porque la gente del pueblo ya no tenía cuartos que gastarse en tapas, Gregorio y su santa echaron el cerrojo. Allí quedaron, de pie en la plaza, los ojos clavados en una persiana de acero que resumía toda una vida de privaciones. El futuro acechaba incierto con apenas trescientos euros de pensión a repartir como buenos cónyuges.

Nadie vino a rescatarlos.

Gregorio no existe. Pero su historia la repiten cada día miles de Gregorios por todo el mapa. El que lleva mal su negocio, el que invierte alegremente y se excede con el riesgo, el que toma decisiones equivocadas… la palma. Se le muere el negocio y ni le aplauden. Otro, como Gregorio, ni culpa tienen: fueron diligentes, ahorraron cada peseta, vigilaron el gasto de agua, se acordaron de cerrar las luces cada noche y restregaron suelos, barra y estancia con agua del grifo y vinagre que cuesta menos que los limpiatodos. Pero el demonio de la crisis de los demás se cernió sobre su pequeño bar y lo hirió de muerte. Han sido cuidadosos, trabajadores y honrados y hoy, apenas tienen para comer.

Esa es la gente que hace país. Dan empleo, generan riqueza. A esos es a los que hay que rescatar. ¿Desde cuándo “SALVAR EL SISTEMA FINANCIERO” equivale a “GARANTIZAR QUE LOS DIRECTIVOS DE LOS BANCOS SE RETIREN CON MUCHOS MILLONES”? ¿Pero qué está pasando? ¿Acaso hemos olvidado tan pronto que ya se vivía (y no del todo mal) antes de que existieran los bancos? ¡Señores! Que estos “establecimientos” nacieron con el único objeto de guardar nuestras perras con mayor seguridad y que las bolsas bajo los colchones no fuesen reclamo para indeseables cacos en nuestras moradas. Más adelante, listos ellos, identificaron la oportunidad de “ya que te lo guardo, ¿qué tal si te pago un X y me permites que lo preste a otros? Ese otro me paga un X+Y, te liquido, me quedo la diferencia y ya he montado un negocio”. Bueno, hasta ahí, nada ilícito. Pero esto se ha degradado, ha degenerado, no lo reconoce ni la madre que los parió, se equivocan a lo loco. Nos han sangrado, se comen nuestros ahorros, las pensiones de los abuelos deslomados y nos endeudan frente a Europa.

Y la excusa es siempre la misma: es que sin bancos no podremos vivir.

¿En serio nos lo creemos?

viernes, 1 de junio de 2012

Personaje del mes



Helena Trujillo (psicoanalista)

Antes de sumergirte en la entrevista, PINCHA la banda sonora de Helena:



1)    ¿A qué te dedicas exactamente?
Soy psicoanalista de la Escuela Grupo Cero, me dedico al campo de la salud psíquica, el asesoramiento, la difusión del psicoanálisis a través de conferencias, artículos, colaboración en medios de comunicación. También soy coordinadora de un taller de escritura.
2)    ¿Cuál es tu formación académica y tu experiencia?
Soy licenciada en Psicología por la UMA, con formación psicoanalítica continua en la Escuela Grupo Cero, además cursé estudios de Criminología. Desde hace 12 años desarrollo mi carrera profesional en mi propia consulta. He atendido a personas con muy diversa problemática, diversas edades, parejas con problemas en su relación, etc. Así como he impartido innumerables charlas de psicoanálisis, recitales de poesía y qué decir de la grata experiencia en los medios de comunicación que desde hace más de 6 años desarrollo de forma continua.
3)    ¿Qué te llevó a esta profesión? ¿La consideras vocacional o fruto del azar?
No creo que el azar tenga mucho que ver con la vida que tengo. Puedo decir que en mí existía el deseo de hablar y de producir otra vida y un día llegó una persona que se dio cuenta de esa demanda y me abrió el camino. Luego alguna decisión tuve que tomar y hubo otras personas que me ayudaron a ir dando los pasos para estar donde estoy. Empecé como paciente y luego surgió el deseo de escuchar a otros y ayudarles a tener una vida más satisfactoria. Yo creo que los buenos ejemplos me ayudaron a identificarme con esta profesión y esta vida apasionante.
4)    ¿Qué te aporta como ser humano?
Me aporta todo lo que soy. Se me hace imposible pensarme la mujer que soy sin el recorrido que he hecho a través del psicoanálisis. Muchas personas no me reconocen con la niña y la joven que fui. He desarrollado muchas facetas gracias al camino que esta profesión me ha abierto, también a las exigencias que impone. No hay forma de dormirse y eso es estupendo. Es entender la vida de otra forma, ser libre no es estar sin hacer nada y solo, ser libre es elegir los compromisos y aprovechar el tiempo de forma productiva.
 5)     ¿Qué le aportas tú como profesional?
Bueno, no sé si llego a aportar algo, en todo caso cierto estilo personal, el sentido del humor, el aire andaluz y el toque que cada persona le da a todo lo que toca.
 6)     ¿Qué tipo de relación mantienes con tus pacientes? ¿Es difícil no implicarse?
Mantengo una relación profesional y si alguno mantiene otro contacto conmigo será porque hay otros compromisos ajenos al tratamiento que nos unen, ya sea el taller de escritura, una amistad, etc. No pienso que un psicoanalista tenga que evitar el contacto con los pacientes fuera de la consulta, pero sí tiene que ser respetuoso y esperar a que sea el paciente el que te salude y no confundir un encuentro con una sesión, las sesiones conviene pagarlas.
 7)    Los españoles… ¿estamos tan mal como parece, tan desquiciados?
Los españoles están muy necesitados de psicoanálisis, de palabras, de escucha. Vivimos con mucha intolerancia, mucha represión y ya lo dijo Freud, la represión sexual genera represión de pensamiento y con ambas ningún país llega muy lejos.
 8)     ¿Estás a favor de tratar temas espinosos sin dramatizar y sin asustar al lector que recibe la información?
Que un tema sea espinoso depende bastante de la moral del que habla o escribe y del que escucha o lee. La moral contamina demasiado la comunicación y hace que no aprendamos a tolerar aquellas otras cuestiones que también son humanas, nos incumben y nos afectan. Un psicoanalista cuando tiene que hablar tiene que hacerlo con criterios éticos, no morales.

9)    Cuéntanos la rutina de un día cualquiera.
De un tiempo a esta parte me levanto bastante temprano, echo un vistazo al correo electrónico y los periódicos mientras desayuno, luego hago una hora de ejercicio físico, que he retomado hace unos meses. Luego llega el tiempo de prepararse para el trabajo y comenzar a atender a los primeros pacientes de la mañana. De esta forma compagino la atención a pacientes, el estudio, el diseño gráfico de algunos folletos de difusión para la consulta y también para la Escuela. Hace unas semanas interrumpí la colaboración semanal con televisiones y radios, tras varios años de actividad continua sentí que tenía que tomarme una pausa para plantear los próximos pasos y realizar otras tareas. Además, actualmente hay mucho trabajo en la consulta y no es fácil compaginar los horarios con los viajes cada semana a Madrid, donde también tengo consulta y continúo mi formación psicoanalítica y artística.
 10)  ¿Qué otra profesión tendrías si no fueses psicoanalista?
No es fácil, lo que más me gusta es esta profesión, que además incluye muchas otras cosas: poesía, teatro, cine, música, baile, canto, etc. La escuela Grupo Cero no sólo es una escuela de formación, es una forma de entender la cultural, el trabajo, etc. Es una fuente continua de energía.
Si hubiera que elegir otra profesión podría ser profesora, fotógrafa, pianista, poeta, o todas si se pudiera.
 11)¿Desconfían de ti los pacientes por considerarte demasiado joven? ¿Has tenido que imponerte alguna vez para infundir respeto?
Bueno, a lo largo de estos años me he encontrado con casos así, pacientes más jóvenes que yo y pacientes mucho mayores que yo, pero cuando alguno puso la excusa de la edad no era sino el reflejo de las resistencias que todo paciente tiene frente a su propio psicoanálisis. Cuando uno está decidido a algo no le importa ni la edad ni nada, sólo le importa la consecución de su objetivo. Cuando se trata del desempeño de una función la edad no tiene nada que ver, sino tu posición en el sistema y tu uso de las herramientas.
 12) ¿Qué tal llevan los hombres eso de enfrentarse a una chica psicoanalista?
No lo llevan muy bien, por un lado porque es una equivocación identificarme como una chica o mujer. Depende de la situación en la que nos encontremos, si es un encuentro amoroso, si es un encuentro profesional, si es un encuentro social. Existe la tendencia a vejarnos y destacar la belleza y los atributos sexuales, olvidando nuestra inteligencia, nuestra posición, nuestro trabajo.
En general, sí, lo llevan mal. Encontrarse frente a una mujer, profesional, independiente, con pensamiento y palabra no es fácil para los hombres. Se sienten abrumados por el hecho de que no tomes una posición de objeto, sino de  sujeto frente a ellos. Es algo a lo que tendrán que acostumbrarse porque esa es la mujer del siglo XXI.
 13) Lo que quieras añadir, estás en tu casa.
Me gustaría que el psicoanálisis estuviera un poquito en la casa de todos y todas, al fin y al cabo de esa forma viviríamos de forma más saludable y civilizada y seríamos menos mezquinos. Todo llegará.
Helena Trujillo Luque
Psicoanalista - Asesora Matrimonial
Teléfonos: 952 39 21 65 - 626 67 33 22

miércoles, 21 de marzo de 2012

ÑOSCOS AL PROPIO TEJADO


El lunes pasado se celebró el bicentenario de “La Pepa”, Constitución promulgada en Cádiz en 1812 y no pude dejar de preguntarme dónde se han metido esos españoles aguerridos y valientes cuya audacia y ansias de libertad los llevó a expulsar del territorio español, armados con trabucos viejos y azadas sin punta, a los temibles gabachos y sus bayonetas. ¿Dónde? Porque no nos reconozco, no me reconozco en el ciudadano resignado de hoy que ve subir la gasolina montada en un cohete, triplicarse el recibo de electricidad, menguar su salario hasta dar risa y se limita a suspirar entristecido y a “arreglar el mundo” en el bar. Cuando el mostrador y las birras desaparecen lo que queda es lo que hay, lo que nos meten con cuña cada día, con lo que nos almorzamos para luego indigestarnos. Lo que se repite semana tras semana.

Y ¿la gente no se indigna?

Los que con desfachatez se llaman gobernantes, nos roban a manos llenas. Y si hasta ahora se molestaban en disimular, la impunidad a que se han acostumbrado los empuja a vanagloriarse, los muy cernícalos. Tras el pifostio del límite de velocidad a 110 km y cuando pensábamos que ya no podían reírse más del personal, van y nos colocan en plena autovía, tramo Marbella-Benalmádena, un límite de 80 km/hora que además de ser magnífico para pegarse una leche tras otra pues no consigues ni domeñar la ansiedad ni quitar el ojo del indicador de velocidad, hace que las multas lluevan como por encargo.

¡Ay, qué felicidad para la administración española y sus chupópteros! ¡Multitas de cien eurazos, a treinta mil diarias!

Y… Cuidadín con escaquearte y no pagarla.

Mientras tú paseas (porque a 80 por una autovía, no se circula, se paseaaaaa) y te metes la prisa y la cita que tienes a 63 kilómetros donde te quepa, los extranjeros te pasan rozando a 170 por hora, haciendo eses, poniéndote en peligro, cachondeándose, vaya. ¿Y por qué? Os preguntareis. Porque ellos rara vez pagan las multas. Su domicilio fuera de nuestras fronteras actúa como patente de corso y salvaguarda de cualquier embargo administrativo (léase meter la mano en tu cuenta bancaria, sin permiso y con total desvergüenza). Ellos juegan a fórmula 1, nosotros llegamos tarde a todas partes y encima pagamos.

Total, que vengan ñoscos a nuestro tejado. Aquí no se busca la justicia, ni el control de unos puntos negros que precisamente en esta zona, al parecer no existen: se busca recaudar, exprimirnos como limones, porque ya nos han puesto boca abajo y lo poco que cayó rodando no les satisface. Que los puticlubs están muy caros.

Ñosco: dícese de la piedra grandota. Pedruscón.

No se dieran con ellos en la cabeza…

jueves, 16 de febrero de 2012

AHORA DECIDE EL LECTOR!!


Asustadita me tiene el vuelco revolucionario que ha sufrido el panorama español del libro. Para bien, se entiende. Expectante y contenta como unas castañuelas pues cuando una puerta y un sinfín de balcones se abren lo peor que puede pasar es que el aire puro invada nuestra casa y renueve las viejas miasmas aferradas a los rincones. Para el que todavía no haya caído me refiero a la publicación digital y en particular, a Amazon.

Sospechábamos que traería cambios, novedades pero nunca hasta qué punto. ¿Qué ha ocurrido? Que todo aquel que escribe y lanza al mundo su mensaje a través de las letras tiene una oportunidad. SU oportunidad. Y no pretendo entrar en polémicas del tipo de calidad arriba, calidad abajo, porque está muy manida, porque no soy quien para juzgar la calidad de nadie (bastante tengo con atarme los machos y procurar que se salve la mía) y porque sería una necia si no reconociese la cantidad de bodrios que me han vendido las grandes editoriales hasta la fecha: vaya, que si eso es calidad literaria, que se pare el mundo que yo me tiro de boca.

Amazon.es me ha regalado las más inesperadas sorpresas. Autores repetidamente rechazados por las editoriales que escriben como los propios ángeles y se han abierto hueco en un abrir y cerrar de ojos. Se han apropiado de los primeros puestos y de ahí no hay quien los baje. Y yo que me alegro y me congratulo. Cuando lees a alguno de ellos, no tienes por menos que preguntarte ¿quién pudo estar tan ciego como para dejarlo ir?

Lo cierto es que tendemos a considerar a los pobres editores como dioses por encima del bien y del mal, con una especie de sexto sentido para lo extraordinario, que le permite señalar con su divino índice lo que se convertirá en el próximo best-seller. A menudo olvidamos que son seres humanos igual que nosotros con sus fallas y sus miserias y que se equivocan. Muchas veces. Y que sus decisiones también podrían llamarse apuestas. Y en el juego ya se sabe, unas veces se gana…

Ahora lo tienen mucho más fácil: a partir de esta nueva fase serán los lectores con sus compras a base de clicks, los que decidan y griten quiénes merecen la pena. Tienen la oportunidad de recomendar el libro, de dejar un comentario, de animar (o no) al resto del mundo lector para que lo adquieran. Ya no más listas artificiales de súper-ventas donde apenas veía la luz un libro ya se anunciaba como el más vendido del año, cosa por otro lado del todo imposible ya que los recuentos de ventas no se realizan, como muy pronto, hasta pasados los 3 primeros meses de vida del mismo. Nos engaaaaaaaañan. Espabilad que nos están vendiendo como best-seller lo que aún no es, pero atendiendo a la publicidad que lo hacen, a los puestos (alquilados) que ocupan en las librerías y a que todos damos por hecho que lo que nos cuentan no es una milonga, acabará siéndolo.

Ediciones B (de algún modo mi editorial J), ha sido inteligente dando el primer paso, repescando a estos nuevos súper-ventas del Kindle-Book y ofreciéndoles la edición en papel de sus libros en formato económico, asequible a todos los bolsillos. De ese modo, podré regalar a otros la obra que tan buenos ratos me haya hecho pasar. ¿Tan difícil era?

Jolines, lo que cuesta cambiar los viejos esquemas aunque estén oxidados y chirríen; lo que cuesta ser flexible, amoldarse a los nuevos tiempos; lo que cuesta innovar y menear el culo en lugar de criticar y tratar (en vano) de aniquilar la revolución que viene. Se nos brinda la mejor oportunidad para fusionar ambas industrias, la clásica y la futura. Para salvar de la quema a las editoriales y a las librerías. Particularmente pienso que ver mis libros hechos papel es todo un lujo y un placer del que por nada querría privarme y qué decir de la emoción que siento al entrar en una librería, ese paraíso sin igual… Pero hay que cambiar el chip, señores, ponerse en marcha a la de una, a la de dos, a la de… ¡Tres!

Porque ahora son los lectores los que espontáneamente y sin artificios de marketing elaborarán la codiciada lista de los Top Ten. Y a quien le pique… que se rasque.

domingo, 5 de febrero de 2012

UNA DE BOOK-TRAILERS


No hace mucho me entrevistaron para el diario SUR de Málaga. Una entrevista original enfocada a las nuevas tecnologías como formas de promoción de los nuevos talentos literarios (¿será que me consideran entre ellos? puede darme un sincope de los preocupantes, oye): entre ellos y destacando por méritos propios, los Book-trailers.
¿Qué leches es eso? se preguntará más de uno. Y está en su derecho, usted no tiene por qué saber inglés, ni que un trailer es un video de menos de 3 minutos de duración a través del cual las productoras de cine nos ponen la miel en los labios, mostrando apenas y de modo a poder ser intrigante, "de qué va" su próximo estreno.
Pues eso mismo aplicado a los libros, es un book-trailer. Invento americano pero funcionan.
A mí, que soy actriz cuando me dejan, estos instrumentos me hacen especial gracia. Disfruto como una mona confeccionándolos y ya he desarrollado hasta mi propio manual de pasos o fases para no hacerme la picha un lío y que el resultado sea más o menos digerible. Mi niño de 13 años que es un primor me ayuda con el factor técnico cuando me atasco.

Y para muestra tres botones. Que ustedes lo disfruten, amigos:







 
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