lunes, 19 de diciembre de 2011

BOOK-TRAILER OFICIAL


Tenemos el gran honor de presentaros el Book-trailer oficial de la novela "Un féretro en el tocador de señoras". Para reír y reflexionar, todo a un tiempo.


NOTA DE ADVERTENCIA: este producto contiene a Gilda, el fantasma más estrafalario del mundo del libro moderno, elegido "personaje más querido" del 2010 en la blogosfera. Puede causar ataques incontrolados de risa.

Que lo disfruten :)

http://www.youtube.com/watch?v=DHlX09NMCdw&feature

domingo, 18 de diciembre de 2011

LA AGONÍA DE UN INSECTO



Desde aquí os hablo, nube 22 en la calle del Sosiego. Casi acostumbrado a esta nueva vida que tiene mucho de estimulante. Las angelitas que al principio se resistían y jugaban al despiste, ahora revolotean a mi alrededor igual que moscas sedientas. En cuestión de ligue, cuento con nutridas posibilidades de triunfo y todo el tiempo del mundo.

Rememorando mi pasado mortal, reconozco que fui un bruto pero nunca me dio por arrancarle las patas a las cucarachas; quizá por eso me marcó en la infancia la visión de una del género, con la barriga a la intemperie, sufriendo frenética unos estertores de muerte que a mí se me antojaron atroces. Debieron echarle flus-flus y se lo comió enterito, la desgraciada. Pues bien. La experiencia de Miguela desde el abandono de Gaby, se parecía mucho a aquello. Agonía con mayúsculas.

Dios Nuestro Señor dejó clarito que lo de encarnarme nuevamente en humano, aunque fuese un pestilente anciano en un parque y sólo durante diez minutos, no iba a repetirse; me permitió sin embargo, echar un vistazo ocasional al foso de los mortales, a fin de comprobar que mi pupila era rabiosamente feliz y acallar mi conciencia. Lo era; bien por ella. Aprovechando que nadie espiaba, me colé unos segundos en la vida de Miguela, el menesteroso Miguela. Seguía solo, sin enamorarse, saltando de relación en relación, a cada cual más breve, más deforme y más absurda. Cercando a hembras marginales de las que nadie se apiadaba, afilándose los dientes en sus entrañas. Controlándolas con celo, reprendiéndolas a cada paso, tergiversando maliciosamente cualquier comentario que forjaran, haciéndose la víctima si ellas reaccionaban, coaccionando, amenazando, devaluando sus argumentos, incumpliendo promesas, mintiendo. Castigándolas con el látigo de su indiferencia y con silencios que duraban días. Interrogándolas como un mal detective y escurriendo el bulto para no afrontar los problemas.

Y cuando se quedaba a solas consigo mismo, se infectaba y mareaba con la peste de su propia descomposición. Era un desecho humano. Deberían inventar un detector de maltratadores, mujeres del mundo, abogad por ello. Pero mientras tal fundamental aparatejo no exista, aguzad vuestros sentidos y quereros mucho. No permitáis que os atropellen (para eso ya están los camiones, el tráfico rodado y si me apuras y quieres mucha sangre, los trenes) y recordad que un compañero, un amante, es un mero complemento no la entera razón de vuestro existir. Que las relaciones sanas son las que nos empujan hacia arriba y nos hacen mejores. Aquellas con las que crecemos. Si cada día nos sentimos más desvalidos, más inseguros, más atormentados… Chungo. Eso no es ni por asomo lo que debería ser. ¡Sal corriendo!

Yo te espero en el cielo.

(Epílogo de "GATO POR LIEBRE", psico-comedia del maltrato psicológico)

miércoles, 7 de diciembre de 2011

EL PLAN B


No cabe duda de que nos ha tocado vivir una época muy especial. Será mejor o peor por aquello de la crisis y siempre habrá quien desde un punto de vista “rosado” (por el que siempre abogo) vea el vaso medio lleno y le saque el zumo en positivo a este desmoronamiento del mundo financiero conocido. Como defiendo en mis novelas, ambas versiones, la positiva (y creciente) y la negativa (decreciente) están a nuestro alcance y disposición, de la actitud que adoptemos dependerá la selección. Y, creedme, del lado de la acera donde decidamos posicionarnos dependerá el que nos hundamos o salgamos a flote más vivos y despiertos que nunca.

Vivo por y para dos mundos en crisis: no, no me refiero a la global, esa nos alcanza a tod@s. Me refiero al mundo del cine y al del libro (ay, señor, señor… Qué berrinche) que aparte de disfrutar la generalizada caída en picado, disponen (cómo no) de su propio fiasco en saludable crecimiento. Nadie sabe qué hacer con ellos, ni cómo salvarlos de la quema. La piratería nos arruina, los presupuestos se desbordan y son inalcanzables, las distribuidoras lo complican todo, la gente no lee (dicen) y no va al cine (cuentan, rumorean)… ¿Cuál será la solución mágica a este desastre sin precedentes?

Soy muy de refranes y hay uno que dice “nadie escarmienta por cabeza ajena” lo que en cañí viene a significar “la gente es tan ceporra y egocéntrica que requiere darse el mamporro en 1ª persona, en vivo y en directo, sin que el que acaba de darse su vecino le sirva de advertencia ni escarmiento”. Dicho de otro modo, el fracaso estrepitoso del mundo de la música, los descensos en barrena de las ventas, las descargas por miles, el fraude, la ruinosa ruina… Todo lo que debía habernos puesto sobreaviso se obvió y fue objeto de mofa; se arrinconó para que oculto, no llamase la atención; “vayamos de puntillas con este enojoso grano” se dijeron. Y el mecano se derrumbó y la industria se hundió. Y todos nos quedamos mirando sin mover un dedo. Como no hay dos sin tres allá vamos detrás, libros y cine, cuesta abajo y sin frenos.

Por cuando descubrí el plan B de Carlos Jean, me emocioné. Por eso decidí entregarle un post de este mi-vuestro humilde blog. Este señor, compositor de profesión, generoso de vocación, le ha ofrecido una oportunidad a todos los amantes de la música: si cantas o tocas algún instrumento, incluso si meramente aporreas con cierto arte una pandereta, puedes enviarle una demo de tu obra. Él selecciona con cuidado los acordes y los combina entre sí, los encaja como delicadas piezas de puzzle en una melodía que previamente ha creado. Y con eso, genera magia. Salieron en la tele, porque estas cosas, cuando además de originales son emotivas, venden mucho, y aprovechó la cita ante las cámaras para enlazar un paso de violines en una canción que no ha tardado en convertirse en la number one de todas las listas mundiales, éxito de superventas y frenesí discotequero sin parangón. Asistí al proceso creativo y reconozco que hacía tiempo que no me emocionaba tanto ni tan hondo: no fue solo el placer que al oído regala la música (me declaro melómana perdida), fue ver esas caras de satisfacción, ese entusiasmo, ese ALMA en los violinistas anónimos, jovencísimos casi todos ellos, que por fin veían reconocidas sus capacidades tras quedarse chatos con los portazos que las discográficas les han ido endiñado en las narices.

El plan B, funciona. De momento es un éxito. Más adelante puede que frene, incluso que desaparezca pero hoy por hoy, convierte en automático “hit” absolutamente todo lo que toca. ¿Y sabéis qué lección me enseña? Que hay que aportar originalidad a este mundo, que las cosas cambian y evolucionan y que puede que con el 2012, en lugar del fin del mundo, lo que llegue sea el momento de sacudirse las vergüenzas, dejar de autocompadecerse y trabajar en otra dirección con el mismo empeño y más voluntad todavía. Que nunca es demasiada.

jueves, 1 de diciembre de 2011

LO QUE ESCRIBO...


Tanto tiempo escribiendo, tantísimas entradas y hasta ahora no caigo en la cuenta de que nunca os he hablado de mi obra. ¡Upps! Debe ser la edad que no perdona, o esta tendencia mía a saltar de tema en tema cual cabra monteña sin reflexionar apenas. Escribo por impulsos, ¿os lo había contado ya? Sólo me siento delante del ordenador cuando realmente tengo algo que decir, de ahí que las entradas en mi blog tengan menos regularidad que la menstruación de Lady Gaga. En fin, qué se le va a hacer, una no puede estar en todo.
Dediqué muchos años a la abogacía, no en una rama cualquiera, no: en las 2 más desagradables que posiblemente se ofertan. Criminalística y mediación familiar en divorcios sangrientos. No creo que haga falta explicar las condiciones anímicas en que llegaban los clientes al despacho. Si sufrir un problema que nos conduzca al abogado de ordinario nos preocupa, qué decir cuando tú o alguien cercano y querido está encausado penalmente o cuando atraviesas el crudo lodo de una familia en pleno desmorone, con ilusiones rotas, niños que sufren, venganzas en marcha y todo lo ya conocido.
Había que salvar esas almas. Animar esos corazones. Subir esos ánimos. Forzarlos a que creyeran de nuevo en sí mismos y recuperasen las ganas de luchar, porque cuando se enfrentasen al interrogatorio del juez o del letrado contrario, estarían solos, yo no podría responder por ellos. Y debían estar seguros de que luchaban por algo justo, merecido, que todo lo malo que les acechaba no era ningún castigo divino por lo mal que se portaron en 1998.
Surgió mi labor de consejera. Algo que ya se venía cociendo desde mi más tierna infancia, cuando en el colegio mayor tenía prácticamente montado un consultorio sentimental y me colgaron en la puerta de la habitación un folio con fixo que decía:
"Te queremos, Elena Francis. Gracias por todo"
Por cierto, jamás debí tirar ese cartel. Si llego a saber que con el tiempo tal adjudicación se haría realidad...
Cuando por motivos graves de salud planeaba en mi cabeza abandonar la abogacía, antes de haberlo ni mucho menos decidido, ya surgió la Psico-comedia. Debe ser que mi yo "consejero" viéndose amenazado de desempleo buscó inmediatamente salida por otros derroteros. El proceso de elaboración mental debió ser algo parecido a esto:

Siglo XXI.
¿Nada nuevo bajo el sol? ¿Falta originalidad en nuestro universo literario? ¿Todo lo que se publica es más de lo mismo?
¿Y si fuésemos capaces de descubrir un género novedoso tanto en España como en el resto de Europa con el más amplio espectro de ventas? ¿Algo que guste a adolescentes, jóvenes y ancianos, a hombres y mujeres,sin distinción?
¿Será posible?

Cojamos un manual de autoayuda (de esos que tan bien venden) y démosle 2 vueltas de tuerca:

1ª) Eliminemos el formato "manual", árido, repetitivo y aburrido y sustituyámoslo por el de "novela", con su ritmo, su argumento, sus personajes y sus cosicas.
Nace la autoayuda novelada: el lector se sumerge en la historia, las peripecias de los personajes y disfruta sin percatarse del trasfondo psicológico y terapéutico de lo que lee.

2ª) Plásmela en clave de comedia.
De ese modo, incluso los que no capten o no necesiten el mensaje psicológico de la obra, se llevarán consigo el innegable bienestar de la risa.

Me convencí de que lograrlo sería posible y tras varios intentos, nació la PSICO-COMEDIA.
En España, que como inventores no tenemos parangón. Sin antecedentes en la literatura europea, para que rabien y se chinchen. Completamente original y castizo. ¡Toma ya!

Y ahí estamos, en la brecha, juntando palabras para que la colección crezca. Con 3 títulos publicados que tratan respectivamente la reacción de tu entorno cuando decides ser tú misma (Un féretro en el tocador de señoras), la caída de la autoestima con la edad y la amistad verdadera (Cuarentañeras) y la mitomanía o mentirosos compulsivos (Del suelo al cielo) y otros 2 títulos listos para 2012: el maltrato psicológico (Gato por liebre) y las personas que no saben decir "no" (Esto te lo apaño yo.com). Llena de ilusión y de fuerzas que a veces me abandonan en busca de aventuras y mejores tierras pero que siempre acaban regresando al redil. Porque saben que las necesito, que esto es una tarea para la buena gente, que los libros están curando corazones y sacando la risa de personas tristes en momentos en que poco o nada nos lleva a sonreír. Que hay que ser agradecidos y corresponder a las cartas y mensajes que recibo, plenas de agradecimiento y de cariño.
Por todo eso, por vosotros y por mí misma... ¡Resistiréeeeee!



sábado, 10 de septiembre de 2011

LA VIDA MEDIA DE UN LIBRO


Vamos corriendo a todas partes. Vivimos acelerados. Triste consecuencia de tanta prisa son los valiosos minutos que se escurren de entre los dedos. Nos derrumbamos exhaustos al final del día, incapaces de pasar lista al rosario de actividades desarrolladas a toda velocidad entre el desayuno y el sándwich del almuerzo; no hemos merendado y no quedan energías para hacernos la tortilla de la cena. Estoooo… ¿merece la pena?

Porque ese tremendo sinvivir lo arrastramos al resto de nuestras parcelas vitales. Los padres a sus hijos. Y los empresarios, a sus negocios. ¿Y cómo iban a librarse los libros si cuando la soga se quiebra siempre lo hace por la parte más débil? Eufemismos aparte, España no es que sea el país donde más se lee precisamente, de ahí que si algo estrepitosamente se desmorona, no tarda en alcanzarnos a los que nos dedicamos al noble oficio de juntar palabras. La pregunta que lanzo al aire es:

¿Cuál es la vida media de un libro?

Yo os lo digo: unos 3 meses.

A alguno le parecerá una barbaridad, vemos los mismos libros en las estanterías y escaparates de las librerías mucho más tiempo del que acabo de señalar, años, diréis; cierto, pero es que no me refiero a los fenómenos que de repente se convierten en best-seller, ni a aquellos por los que su editorial apuesta en serio dedicándole todo un lanzamiento cuidadosamente planificado a distintos niveles; hablo de la desgraciada media, de la vida comercial, de la oportunidad que por lo general se le otorga a un libro.

El proceso se inicia cuando tu distribuidora te presenta en sociedad, como “novedad”. Esa etiqueta, en el supuesto de que entres por el ojo y te soliciten (decisión en la que entran en juego todo tipo de prejuicios, desde renombre de la editorial, últimos fiascos, valor del autor, etc…), te concede el beneficio de la duda entre dos y tres meses durante los cuales, en el mejor de los casos, estarás “a la vista”.

No te hagas muchas ilusiones, estar a la vista no significa estantería de los más vendidos, ni siquiera de los recomendados; tampoco te garantiza un escaparate. Todo lo más, una mesa, un lugarcillo lejos de los rincones donde tu preciosa portada luce llamativa y feliz cual cría pequeña. Y en esos 3 someros meses, las ventas han debido moverse. De lo contrario, te arrinconarán allí donde eres difícil de ver y los lectores no podrán sentir el mordisco del amor a primera vista porque no se toparán contigo salvo que acudan a la librería bien pertrechados de datos y pidan la obra en cuestión, por propia iniciativa.

Hay pues, que aprovechar ese tiempo al máximo, buscando promocionar el libro de la mejor manera posible. Si trabajáis con una editorial grande, no participaréis seguramente en el proyecto debido a que ellos ya tienen su propio y previo sistema y cada vez que NO veas tu libro en el lugar que le correspondería, se te retorcerán los higadillos. Si tu editorial es pequeña y tienes la oportunidad de charlar con el editor, hacerle propuestas, encamínalas allí donde te sientas más a gusto. Si disfrutas recitando, organiza recitales, meriendas con lecturas de trozos de tu novela, léela en la radio. Si no te encuentras bien delante de una cámara, si te cuesta hablar en público, limita estos actos que no harán sino perjudicarte. Trabaja en lo que te provoque entusiasmo porque irradiarás una energía especial que podrá palparse y transmitirás a los que te acompañan, tu fe en tu obra, tu entrega al crearla, el sentimiento que atesora entre sus páginas.

No te ofusques como se ofuscan algunos al ver su libro desaparecer de la mesa de “novedades”. Por simples cuestiones de espacio, nuestras librerías están convirtiéndose (es una generalización, desde luego) en muestrarios de novedades que nos enseñan lo recién publicado para que tomes nota, hagas tu lista de deseos y luego vayas y lo pidas. No tardes mucho, si las ventas no se activan, muchos impacientes devolverán el libro al distribuidor sin haber abierto más de una caja y con el tiempo, si el fenómeno se repite, hasta es posible que lo descataloguen.

Es posible que la forma clásica de vender libros empiece a quedarse caduca y tengamos que reinventarla. ¿No os parece?

jueves, 18 de agosto de 2011

Y A TI, ¿CÓMO TE HAN PUESTO?


Barajo unas dudas… Llevo semanas pensando si lo que Victoria Adams (alias VickyBeckham) ha dado a luz ha sido una criatura o un comercio de lavadoras. Porque claro… si te pones a pensar… Harper Seven suena a cadena de tiendas de electrodomésticos. ¿O exagero? ¿Se ha parado a pensar esa mujer en las consecuencias que acarreará tal denominación para su niñita? Como si no tuvieran suficiente los bebés de los famosos con las crudas vidas que les tocan en suerte (paparazzis metiéndote la alcachofa por las narices, aglomeraciones terroríficas a la salida de cualquier parte, focos de luz de esos de los interrogatorios policiales directos al ojo, fotos de tu culito en la playa, pseudo-averiguaciones respecto a con quién te han de emparejar… Un estrés, vaya), ahora van sus padres y se inventan unos nombres de aúpa para sus retoños. Oído al parche:

La hija de Gwyneth Paltrow se llama Apple (sí, lo que oís, manzana. Con dos… cajones).

El de Nicolas Cage se llama Kal-El, el nombre de nacimiento de Superman en Krypton, su planeta natal. No habría otro a mano… o será fan del personaje, vete tú a saber, pero el que pringa es el chiquillo.

El desgraciado hijito de Jason Lee se llama… ¡atención!: Pilot Inspektor. ¡Arrrrrfffff! Creo que el niño aún no es consciente.

Las hijas de Bob Geldof, Pixie, Fifi y Peaches. Sin palabras. ¿No os recuerdan a Pixie y Dixie?

Vamos a ver… luego los critican. Pero ¿cómo van a salir normales los chicos con esos nombres? Yo me pregunto si cuando uno hace una peli, o saca una canción medio decente y te la ponen 3 veces en los Cuarenta Principales, ya desde ese momento, tu agente de publicidad te incrusta en el cráneo la obligatoriedad de volverte excéntrico para llamar la atención y salir en la prensa. ¿Habrá modos y maneras de hacer el ridículo? No tienes por qué amargarle la vida a la carne de tu carne, sangre de tu sangre, porque lo del nombrecito lo llevará colgado en la chepa por los siglos de los siglos y contra eso no hay antídoto. Leches.

¿Crees que por ponerle “Manzana” a tu pobre hija te garantizas más planas en las revistas rosa? Pues te equivocas, lista. Saldrás una vez, exactamente las mismas que si le pusieras Sara o Raquel o Laura; sólo que la gente se descojonará un buen rato en el primer caso y en el segundo, si están preñados, igual te copian el nombre.

Un consejo, famosillos de medio pelo: cuando os den el alta tras el paritorio, pillaros el santoral español. Tiene unos nombres que son un primor. Y si aspiráis a marginar a vuestros niños encontraréis mucho donde elegir con tranquilidad de espíritu, porque son nombres cristianos.

jueves, 11 de agosto de 2011

EL BINOMIO... ¿MÁGICO?


Y no me refiero al socorrido método de buscar inspiración cuando las musas se han marchado de veraneo. Me refiero a la pareja, últimamente tan de moda, televisión-libro y viceversa. A ver… ¿Por qué a casi todos los presentadores de TV les da por escribir un libro? De lo que sea, lo importante es parirlo. ¿Y por qué tienen todos tantísimo éxito y se colocan enseguida en las “fiables” listas de los top ventas?

a) Son buenísimos sin excepción. Lástima que unos escritores tan requetetalentosos estuviesen marchitándose delante de una cámara, mañana tras mañana, cotilleando sobre los famosos y recolectando insultos. Deberían haberse despedido hace tiempo.

b) Se ha descubierto una nueva y potente forma de marketing donde la cara conocida del escritor es lo decisivo, sin importar demasiado si el libro vale o no. Igual es intragable pero si lo ha escrito PepitoPérez… ¡Me lo compro!

Todo esto me planteé a raíz de que una amiga escritora y reseñadora a la que tengo en gran estima y de cuyo criterio me fío a ojo cerrado, se cogiera un rebote de mil pares de narices, después de leer el último de un/a conocido/a presentador/a. Nooooo, no hablo del negro de Ana Rosa, en eso me detendré un segundo después. El librito en cuestión, era a todas luces, un horror sin argumento ni coherencia, mal escrito, mal planteado, con señuelos al lector para que pique y siga leyendo pensando en una posible intriga que luego ni existe ni se desenvuelve… en fin. Creo que ya os habréis hecho una idea sin necesidad de meter y retorcer más el dedo en la llaga, que ya huele. Pero… hete aquí que la novelilla en cuestión ha ido directa, propulsada cual zeppelín a las listas de los archirecomendados. El más vendido, el más bueno, bonito, barato, el más mejor; el libro indispensable del año. ¡Ay, señor! ¡Qué ganas tengo de jubilarme!

Veo esto, lo contemplo en las estanterías de los top ten, esos cielos inalcanzables donde nunca se posicionarán las obras de los desconocidos por fabulosas que puedan ser, y se me caen dos lagrimones del tamaño de dos membrillos. No es justo. Se engaña al lector y sobre todo, se engaña al comprador de libros. Porque no todo el que paga por una obra literaria piensa leerla: se calcula que más del 35% de los libros que se venden van destinados a regalo y claro, allá va el ingenuo consumidor, se planta en la librería (que como ya son grandes almacenes en su mayoría, y no los libreros de antaño, amantes aficionados de los libros que se habían leído casi todo lo que tenían en la tienda y eran capaces de recomendarte el libro perfecto para tu amiga deprimida…), pregunta con cándida inocencia y el dependiente (que por cierto muchas veces odia leer y su salario mínimo le escuece), lo redirige a “los más vendidos”. El consumidor paga religiosamente sin rechistar y cree hacer feliz al destinatario del obsequio porque le lleva el libro de moda. Punto y fin de la historia. Triste, ¿eh?

Pues eso. Si sales en la tele y te conocen, no lo dudes: escribe cualquier chapuza que la vas a vender como churros, te lo digo yo. Que el/la artífice del gruño al que me refería antes, está tan contento/a con los money-resultados que ya le ha metido mano al siguiente. Dios nos pille confesados.

Y hablando de engaños, no puedo despedirme sin dedicarle un epitafio a aquel cuya identidad desconozco, pero que conocedor de la realidad de esto que os cuento, tuvo la feliz ocurrencia de “alquilar” el nombre de Ana Rosa Quintana y poner a la venta un libro escrito por él pero firmado por ella. Si no lo llegan a acusar de plagio porque se entretuvo en copiar literalmente páginas de otro libro ya publicado, no habríamos desvelado jamás el burdo engañabobos.

Desde luego, nos toman el pelo como quieren. Hay muchos clubs de lectura, foros de comentarios, internet bulle con escritores por todos lados y reseñas muy serias y fiables, que podrán orientarles antes de hacer un desembolso en libros; que no están las cosas para dispendios.

jueves, 4 de agosto de 2011

LA ¿¿PLAGA?? DEL E-BOOK


Echaré mano de una frase que no es mía, para comenzar. Pertenece a mi adorada J.K. Rowlling ya que me confieso HarryPottermaníaca a todos los niveles: “El temor a un nombre no hace sino incrementar el poder de lo nombrado”. Se referían a Voldemort, claro, el malo malote de la saga y aquí en el mundo editorial parece estar ocurriendo otro tanto cuando algún osado valiente cita… ¡¡al e-book!!
Ay, madre, qué susto da. Y de algún modo es comprensible. Puedo imaginar las caras de pavor de los fabricantes de hielo allá por aquellos años en que empezaron a comercializarse los primeros frigoríficos, viendo sus florecientes negocios hundirse sin remedio. El futuro, el progreso, ese tanque blindado que todo lo pisa y lo arrasa y que no muestra compasión por nadie, por mucho capitalito que haya invertido el damnificado en montarse su negocio.
El libro electrónico es limpio, rápido, no pesa, cruza el charco en un plis (dicho sea de paso, confieso que se me abren las carnes cuando nuestros amigos lectores de Latinoamérica se quejan, y con razón, de que muchos títulos jamás llegarán a sus manos), barato, no precisa estantería ni ocupa sitio físico (y eso es bueno tanto para los lectores como para los libreros) y pasa de distribuidores. ¿Son todo ventajas? Noooooo. Es frío, desangelado, no se puede regalar… (¿O sí? Hay gente pa to… Y no me refiero al e-reader, léase cacharro para leer el texto, sino al texto en sí. ¿Tú lo regalarías? Un poco cutre, ¿no?), no tiene encanto, no huele (a gloria, añadiría yo, que todavía hundo las narices entre las páginas), los colores de sus portadas no te saldrán al encuentro y no podrás nunca, pero nunca, nunca, acariciarle la cubierta.
Así pues, vemos que hay pros y contras como en casi todo en esta vida. Lo que hay es que saberlo introducir. Leía hace un rato un interesante debate en el blog de Lorenzo Silva http://lorenzo-silva.blogspot.com/2011/07/estilo.html acerca del pirateo de los libros y realmente, es difícil tomar partido. Yo escribo, como muchos; y necesito comer, como todos. Y si mis libros se leen gratis, algún día, desafortunadamente, tendré que dejar de escribir, porque no dispondré de tiempo. Pero por otro lado, es imposible pedirle al público que pague una indecencia por un libro electrónico, cuando con ese dinero, cogen un carro, a su familia y se van al Carrefour a hacer la compra de cuatro días. ¿Están las editoriales ayudando a introducir la cultura del e-book desde un plano de respeto por el autor? Mucho me temo que no. Están, en su mayoría, fomentando el pirateo, dados los increíbles precios que por ahí se barajan. ¿Y sabéis lo que pasará? Que cuando se imponga la cultura del “leer gratis”, será prácticamente imposible abolirla. En EEUU, los e-books cuestan entre 1,99 y 8 $. En España, entre 13 y 18 €.
Sin comentarios.
¿Que en nuestro país no hay mercado para el e-book? Bueno, eso se verá con el tiempo, no somos los más rápidos, siempre llevamos un retrasillo considerable respecto a otros países, pero eso no implica que no lleguemos, sólo demuestra que nos disipamos mirando el sol. Ahora bien, nadie en su sano juicio invertirá en un e-reader ni buscará comprar e-books, mientras los precios sigan por esa vereda impracticable.
¿Asumimos que vienen y nos posicionamos de forma inteligente y honesta, defendiendo el respeto al autor, a sus derechos y a la falta de capacidad económica del lector medio español? ¿O jugamos al juego del avestruz, escondemos la cabeza y hacemos como que ni sabemos de qué va el rollo a ver si ignorándolo, pasa de largo y salta directamente de Portugal a Francia?
Ustedes dirán. Un abrazote 

jueves, 28 de julio de 2011

EL SUEÑO DE PUBLICAR (III)


He hablado con muchos compañeros últimamente y también he conversado conmigo misma y con mi propia experiencia. Y asombrosamente llegamos a conclusiones muy parecidas, de lo cual, deduzco cierta base y fundamento. ¿Recordamos lo analizado en las dos anteriores entregas de este artículo? Fueron publicadas en números previos de nuestra revista La Mirada de Odín, para quien tenga curiosidad o interés.
Pues bien, partiendo del material examinado, del hecho y del convencimiento (ya aceptado) de que habremos de acometer (sin miedo y con ardor) la dura tarea de promocionar nuestra propia obra, aterrizamos en el escollo del beneficio económico. Traducido a palabras: ¿cuánto gana el autor por ejemplar vendido, en estas condiciones? Recordemos, editorial mediana o pequeña, a la que necesariamente deberemos apoyar difundiendo nuestra obra, si queremos superar la barrera de venta de los 500 ejemplares. La respuesta es, el 10% del precio venta al público del libro. Sube como la espuma una tendencia generalizada abaratar el precio de los libros, como unidad, menor es el ya de por sí, liliputiense beneficio del autor. Y desde luego, incrementarlo, me refiero al precio de venta en librería, no es una opción.
Mucha gente se queda atónita al escuchar este dato y hasta se resisten a creerlo. Hay un extendido credo que defiende al escritor millonario (y excéntrico), en cuanto el título de su obra resuena por aquí y por allá con cierta asiduidad. Un euro con ocho; un euro y medio; dos euros. Ese es el importe que nos liquidarán en su momento, el que nos corresponde, de cada libro adquirido por nuestros amigos y cómplices, los lectores.
Llegados a este punto hay quien se pregunta (sé de muchos que lo han hecho), de qué vale tanto esfuerzo desarrollado, si a la postre, los beneficios generados vuelan lejos de nuestro alcance. Suena así como a labrar la tierra de otro, sólo que en este caso, hubo un momento inicial, mágico, en que la obra era nuestra, nos pertenecía. Y entonces, es cuando esas almas rebeldes se plantean por vez primera, la opción de la autoedición.
Debo decir que me parece una opción tan asumible como otra. Hoy día, venir de mano de una editorial ya no es sinónimo de calidad (ni siquiera de las grandes); los editores cometen errores de mercado al apostar (es una decisión humana, basada en sus gustos, en las estadísticas y baremos, que de repente, explotan y sorprenden al más pintado); aquello por lo que nadie daba un duro, se transforma en aclamado best-seller; cientos de autores que hoy son famosos, comenzaron viendo cerrarse una tras otra en sus narices, las puertas editoriales, no importaba su tamaño, pero era tal su fe en la obra, que optaron por autoeditarla y la promocionaron y vendieron ellos mismos (Federico Moccia y sus súper-ventas es un caso a tener en cuenta); cada obra, por extraña y/o singular que sea, tiene su público, aunque sea minoritario; ¿quién soy yo para juzgar la calidad “artística” de una obra?
El único aspecto a tener muy en cuenta, es el de la calidad de escritura: poner a circular un texto plagado de errores ortográficos, de verbos mal conjugados, de frases interminables preñadas de florituras sin sentido, es a la corta y a la larga, un perjuicio y un descrédito para el propio autor. Hay que corregir, solicitar la ayuda de un corrector (los hay a cientos y a muy diferentes tarifas), que nos asegure un texto digno y hacerlo con humildad. Repasar y repasar hasta estar convencidos de que lo que se imprimirá en papel, no nos levantará los colores en un futuro no muy lejano. Y asumir las malas críticas (las que yo llamo “negativas con respeto”) con disciplina y afán de superación. ¿Quién sabe? Quizá un primer libro autopublicado nos lleve de la mano hasta la mejor y más saludable de las editoriales.
¿Por qué no intentarlo? Suerte y besos a tod@s.

miércoles, 13 de julio de 2011

EL SUEÑO DE PUBLICAR (II)


Retomemos nuestro sueño donde lo dejamos. No sólo sigue siendo NUESTRO SUEÑO, con mayúsculas, sino que se convertirá en una realidad, vamos a trabajar por que lo sea.
Las terribles estadísticas nos aseguran que hay mayor probabilidad de que nuestro manuscrito sea aceptado por una editorial mediana o pequeña. No lo lamentemos, saquemos lo positivo del hecho: en ellas, los procesos de selección son más abiertos y simples, están menos mediatizados e incluso puedes permitirte un apretón de manos y un café con el editor en persona, lo cual dota al encuentro de una “humanidad” de la que a menudo, carecen los grandes monstruos de la industria, donde los editores llegan a convertirse en entes supremos e invisibles a los que rezar pero a los que jamás tocas. Conste que estoy generalizando; siempre; a lo largo de todo el artículo, me veo obligada a generalizar, pues (menos mal), hay excepciones para estas reglas, que nos gusten o no, son las generales. A la experiencia viva de muchos, me remito.
El problema de estas pequeñas “hadas madrinas”, que se han enamorado (por fin) de nuestra obra, confían en nosotros como autores y nos animan e incentivan, es la falta de presupuesto destinado a promoción y la acumulación de más autores de los que les es posible manejar. Con ello, advierto, no nos extrañe que no exista dotación financiera para publicitar nuestra obra, más allá de unos marca-páginas o el diseño de un cartel publicitario. Tampoco nos rasguemos las vestiduras si nuestro editor no nos acompaña a los actos de presentación y/o promoción. Imaginemos que en estas empresas modestas, el personal no suele sobrar y que resultaría imposible asistir a todas las presentaciones de sus ciento y pico autores, repartidos a lo largo y ancho del mapa de España. En lugar de enfadarnos, asumamos que nuestra obra es magnífica y que nadie como el propio autor para darla a conocer.
Más adelante, puede que en otro artículo, diseccionaremos métodos y maneras para hacer audible nuestra vocecilla tímida. De momento, sobra con que asumamos que esa tarea nos corresponde a nosotros, que es dura y sacrificada, pero que se nada sirve acometerla con poco espíritu o desde un enfoque pesimista y frustrado, resentidos por vernos obligados a asumir algo que en teoría (en nuestra teoría, más bien) correspondería “al vago de mi editor”. No.
Hay que cambiar el chip. Entender el porqué y el cómo, ya lo hemos razonado más arriba, e iniciar nuestra “ruta turística” con la máxima ilusión y esperanza. Si es cierto (y yo lo creo) aquello de que un libro saca de ti lo que ya en ti hay, no debe ser menos veraz aquello de que el libro que escribes, muestra mucho de tu alma. Si es nuestro mensaje, si es nuestro puño y letra cargado de intención, revistámoslo de propósito: que nos conozcan, que conozcan la obra. Por mucho que os extrañe, os diría que lo que menos importa en esta primera fase es “vender” o contabilizar los ejemplares vendidos, sino que el mayor número de personas posibles, conozcan nuestro trabajo. De ese modo, un consejo quizá importante a la hora de negociar las condiciones de edición (ya que en los tiempos que corren son pocos los que reciben un “adelanto” en forma de dinerito constante y sonante), es reclamar el mayor número posible de ejemplares gratuitos para regalar y adicionalmente, la facultad de comprar con descuento, ejemplares a la editorial, que a la vez revenderemos o regalaremos (sí, lo entiendo, duele, pero es necesario y funciona). Muchas veces ese primer ejemplar entregado a cambio de nada, gusta tanto que genera tres o cuatro ventas, ya que la persona que lo ha leído, lo recomienda o a su vez, lo regala. Pensad que un anuncio de pocos segundos en la radio local, por poner un ejemplo, sería infinitamente más caro.
Resumo, repitiendo que habremos de acometer la tarea de promoción (que es ardua, no nos engañemos), con humildad, bajándonos del “trono del talento” (yo lo tengo, yo soy capaz de crear, los demás no, de modo que yo me limito a mover la pluma y lo de vender, que lo hagan otros) en el que algunos (equivocadamente, a mi juicio) se suben, recordando siempre que nuestra obra es nuestro producto. De algún modo, desde una perspectiva moderna y de futuro, somos “productores, fabricantes” (de sueños, diría yo) a través de una obra que necesariamente, hay que vender.
Continuaremos. Un abrazo a tod@s!!

miércoles, 6 de julio de 2011

EL SUEÑO DE PUBLICAR (I)


Hay sueños que matan lentamente. Por hermosos que sean, mal llevados, mal entendidos, nos debilitan; es difícil no caer en sus redes hasta perder completamente la conciencia y mendigar un poco de amor, que en este caso, podemos llamar simple atención profesional. Es lo que pienso a veces, cuando leo las desesperadas llamadas que algunos autores noveles hacen a editoriales y agentes, suplicando un minuto de su tiempo, rogando porque tengan a bien leer sus manuscritos, esos trabajos en los que han invertido tanto tiempo, esfuerzo e ilusión. Y que como a nadie le parecen sus hijos feos, creemos lo mejor que hemos leído en el año. Y es justo. ¿Por qué no?
Las alternativas escasean. Las editoriales reciben a diario miles de manuscritos de toda clase y condición y no hay equipo humano capaz de dar salida a tal avalancha. La mayoría de ellos (no me atrevo de afirmar que todos), irán directos a una papelera. ¡Y pensar que yo enviaba manuscritos cuyas copias ascendían a 65 euros por barba, encuadernación de espiralilla incluida…!
Entonces alguien benévolo te saca de tu error, te disuade de seguir por esa vía y te habla de los agentes y de su labor. Pero la atención de los agentes literarios, esos ansiados intermediarios que sí presentarán tu obra a los editores en una especie de “apadrinamiento” en vivo y en directo, se logra del mismo modo ya descrito: enviarles tu trabajo. Y la mayor parte de las agencias actuales, reciben aluviones de manuscritos que tampoco aciertan a gestionar con eficacia. ¿De qué depende que te elijan? Probablemente, y es mi humilde opinión, del don de la oportunidad, de la suerte, de la visión personal de quien abra ese correo… Si nuestro manuscrito logra emocionar a alguien, ese alguien se convertirá en nuestro agente y venderá las virtudes y puntos fuertes de nuestra obra, a los editores que considere más en línea. Ahí comienza el reto, la gran carrera.
Hay demasiadas expectativas en cuanto a la publicación clásica. Y lo digo con sinceridad, como fruto de mi propia experiencia y observación, con todo el respeto imaginable a los que no compartan mi visión, que al fin y al cabo, no es más que la mía. Pero creo que hace años, cuando disponías de editor, disponías de un mecenas, alguien que creía en tu obra y te apoyaba, te introducía en su círculo (generalmente de prometedoras relaciones), invertía en promocionarte. Hoy, las cosas han cambiado y solo las grandes dedican una partida presupuestaria al apartado “promoción”. Si tienes la fortuna de contarte entre ellos, dispondrás de publicidad durante un tiempo determinado, que deberás aprovechar a tope para convertirte en súperventas ya que no hay segundas oportunidades. Pero si tu editorial es modesta o pequeña, pequeñísima… ¿Qué ocurre entonces?
He encontrado a quien no concibe la falta de asignación de fondos a la promoción de su libro y llega a ponerse exigente. Las relaciones editor-autor, no tardan en agriarse. Hay quien confía en que simplemente colocándolo en las estanterías, bien a la vista, se venderá solo. Como si hubiese suficientes lugares “bien a la vista” para todos, especialmente para los que comienzan… Tampoco es un juicio acertado, lamento decirlo. ¿Qué hacer?
Trabajar. Trabajar duro por vender tu producto. Porque nadie más ni mejor que tú, cree en él, te lo aseguro. No es una vergüenza, ni perder categoría, ni te convierte en cutre. Es, por decirlo de un modo simple, que los tiempos han cambiado; y con el tiempo, los métodos; y con los métodos, los procedimientos y los objetivos, así como los canales. Que con el anhelado SÍ de una editorial, no se llega a meta, sino que se echa a correr.
Seguimos en el próximo número. Un abrazo fuerte, lleno de ilusión, para tod@s.

jueves, 10 de marzo de 2011

HAY GENTE...


Suelo ser generosa con mi vida, mis recursos y mis afectos. No sé si siempre doy con la tecla, si lo consigo pero conste que al menos lo intento con la mejor voluntad que tengo. Esa que a veces guardamos en el baúl de la buhardilla y que sólo sacamos a relucir cuando de alcanzar una meta importante, se trata. Bueno, pues eso. A esa voluntad de magnífica calidad, es a la que me refiero. Ese talante generoso y derrochón, me lleva a abrir las puertas de mi casa con cierta alegría a cualquiera que llama. Sí, incluso a las almas descarriadas que llaman por llamar, por pasar el rato, porque se aburren, sin ninguna intención de ser buenos, ni de compartir, ni de enriquecer. Y hete aquí, que este fenómeno de red social que se ha dado en llamar Facebook, se equipara a la casa de cada uno, en forma de adosado coqueto llamado “perfil”. No sé si os habréis planteado que cuando aceptamos la amistad de un desconocido, lo estamos invitando al salón de nuestro domicilio, lo sentamos en el mejor sofá y le servimos té, para que él, a su vez, se sirva revisando nuestras intimidades con toda libertad. ¿Y qué ganamos a cambio? Bueno, algunos, no pedimos ni esperamos nada, salvo respeto. Veo y leo a muchos compañeros que juegan en el mismo equipo; vaya, que piensan igual que yo. Pero también leo los comentarios que algunos “amargados de la vida”, se permiten dejar en sus muros. Pero ¿qué se han creído? ¿Con qué derecho critican sin conocer? ¿Por qué a cada comentario del anfitrión hay un metepatas que la fastidia con una bordería que ni siquiera viene a cuento? A ver cuándo se percatan, estos adoradores de la grosería, del sarcasmo barato, que se pueden meter su infelicidad por donde les quepa (si es que les cabe) y que los imbéciles que encima son cobardes y se parapetan tras un teclado en la seguridad de sus casas para insultar, faltar el respeto y ningunear a los que amablemente les han invitado a pasar, NO SON BIENVENIDOS.
Ánimo amiga. Y pasa de ellos!!

miércoles, 19 de enero de 2011

DESDE ROMA CON AMORRRRRRR



Pocas cosas no se han dicho ya de Roma. Que si la ciudad eterna, que si monumental, que si cuna del arte, que si pallá, que si pacá... Me temo que no resultaría nada original, dijera lo que dijera.
Pero rompiendo vuestros funestos presagios (y básicamente para generar rencor social), voy a relataros cosas distintas, cosas que traerán una visión de Roma, íntima y particular. Esta vez no he sido, como años atrás, una simple turista: esta vez he disfrutado de la ciudad como una romana más. Alojada con mi familia política, la mejor que una chica casadera pueda desear, un suegro talentoso y McGiver, que madruga y tras recorrerse sus 5 religiosos kilómetros, se llega al obrador de panadería del barrio y nos trae pan caliente y cruasanes para desayunar. Luego llegaba el almuerzo y con él, la hora de que mi nonna luciese sus artes culinarias: pasta a la carbonara, canelones rellenos de ricotta, sopas de pavo y pasta... ¡ay omá, qué rico tooooo! Me he venido un poco más "reonda", pero ¿a quién le importa cuando se disfruta tanto? Estoy completamente de acuerdo con "COME, REZA, AMA" que pese a lo insulso de su contenido, define a Roma (bueno, no la define expresamente, pero aquí estoy yo pa cubrir agujeros y rellenar donde falta) como la cuna del buen comer.
Yo puedo decir sin temor a equivocarme que en Italia el llantar está pensado para disfrutar. Es algo así como distinguir el "SEXO POR EL PLACER" del "SEXO PARA LA REPRODUCCIÓN". ¿A que en el primer caso se amplía considerablemente el abanico de posibilidades? Y es que comer para alimentarse, no tiene nada que ver con divertirse de lo lindo dándole a la muela, que es lo que uno hace cuando visita este maravilloso lugar.
Llovió a cántaros casi todo el tiempo y el día de navidad, cuando todos los romanos guardaban sus barrigas llenas bajo llave, en casa con la familia, nos comportamos como dos verdaderos turistas y nos marchamos a recorrer a pie el centro de la ciudad, aprovechando que estaba vacío. Fue entonces cuando viví el mejor y más maravilloso minuto de mi viaje. ¿Sabéis esos momentos especiales que una recuerda toda su vida? Pues mi visita al puente Mivlio cual pollo enamorado, candado en mano, henchida de loving-loving, cerrándolo con cara de boba, mientras me fotografiaba mi chico. Dicen que la tradición es tirar las dos llaves del candado al río, pero una es muy sentimental y ecológica. Nada de acero inoxidable al Tíber de mis amores. Me las guardé las dos, las enmarcaré y me haré un cuadro. Ea!!
En fin, que tras la grandiosidad monumental de Roma, lo que te queda es el calor de familia y el momentazo romántico vivido en el puente con el amor de mi vida, gracias a un simple candado.
Si es que nos conformamos con tan poco...

 
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